Las banderitas que arden…
Los agentes de la CIA se enteraron de que en casa tenemos una forma de hacer banderitas de los EEUU para quemar y por eso nos vigilan, nos escuchan las conversaciones y nos leen los correos, y hasta nos han llegado mensajitos amenazantes: «si siguen qmando bnders van a ir tdos prsos». Hasta cuando vamos al baño, sentimos la presencia de sus micrófonos desde las cloacas.
La fabricación de banderas caseras para quemar se ha conformado en un intento de protesta simbólica: lo único que nos fue quedando en este país desarmado y pacifistoide donde quemar una goma o romper un vidrio está muy mal visto. La propiedad privada y el orden se defienden sobre cualquier otra cosa, y más aun: sobre la propia vida humana. Miedos que nos quedaron de la dictadura que le dicen.
Por otro lado parece que el napalm, la tortura, la guerra química y los militarismos no dan resultado: toda su guerra, todo su capitalismo sufre con una simple quema de banderitas; con una concentración con pancartas y volantes. Es cuando un símbolo vale más de mil metralletas. «¿Querías matarme? Bajo esta capa no hay carne ni huesos que matar. Sólo hay una idea. Las ideas son a prueba de balas» (V de Vendetta, capítulo 9).