Hace algunos días vi en la prensa paraguaya, un artículo que hablaba del «Clima de negocios»,[Actualización: como el artículo fue borrado de la web de La Nación, dispongo acá una copia en PDF: paraguay-mejor-clima-de-negocios] , un indicador construido por la Fundación Getulio Vargas y que Paraguay lidera en la región hace algún tiempo.
A continuación reproduzco la tabla publicada que muestra un ranking de 11 países:
Hubo dos cosas que me llamaron la atención. Por un lado, que el ranking fuera de 11 países y no de 10: esto lo entiendo como la imperiosa necesidad de «mostrar» que el «modelo venezolano» no funciona. Independientemente que lo sea o no, llama la atención esa necesidad constante de mirarse en ese espejo «antiempresarial», «comunista», «castrista», «chavista» y «antidemocrático» donde se mira la prensa empresarial paraguaya. El número 11 se agrega a propósito.
Lo segundo, es que me pareció que existía alguna relación entre este ranking y los índices de bienestar social. Por ello me fui a buscar el Índice de Desarrollo Humano y comprobé una casi correspondencia inversa entre ambos índices:
Bolivia | 113 |
Paraguay | 111 |
Colombia | 98 |
Ecuador | 98 |
Perú | 82 |
Brasil | 79 |
México | 71 |
Venezuela | 67 |
Uruguay | 50 |
Argentina | 49 |
Chile | 41 |
(Puesto mundial en IDH de los 11 países de la tabla Clima de Negocios; elaboración propia en base a Malik, K., United Nations Development Programme., & Human Development Report Office. (2014). Sustaining Human Progress: Reducing Vulnerabilities and Building Resilience. Recuperado a partir de http://hdr.undp.org/sites/default/files/hdr14-report-en-1.pdf )
Como puede observarse en el cuadro, los primeros 5 países de la tabla original de «Clima de Negocios» son los peores en Desarrollo Humano, significa por ejemplo, que Bolivia y Paraguay están en el lugar 113 y 111 del IDH a nivel mundial.
A mayor clima de negocios, peor Desarrollo Humano, ¿nada de qué sorprenderse no?
Siempre me gustó mucho esta frase de Miquel Vidal:
Se presupone, en contra de toda evidencia histórica anterior, que lo que es bueno para las empresas es también bueno para las personas. Y el axioma no es ese, sino uno más tautológico pero también más exacto: lo que es bueno para las empresas es bueno para las empresas. Y nada más. Bien es cierto que, a veces, aquello que genera beneficio empresarial es reutilizado para procurar beneficios sociales, pero esto es colateral (como un epifenómeno) y es atrozmente ingenuo confiar a priori en que va a ser así. La confusión entre lo que es bueno para las empresas (la acumulación de capital y la extracción de beneficio económico por encima de cualquier otra consideración) y lo que es bueno para la gente (la producción de bienes públicos y de riqueza social para la vida en comunidad) puede ser desastrosa. (Miquel Vidal 2000 en Gradin, 2004: 64)