Ese es el título del último libro de Charles Bukowski que he leído: ya extrañaba leer algo de ese viejo indecente. Con su habitual humor y su feroz forma de retratar la realidad describe sus peripecias del viaje a Europa que lo hizo entre otras cosas volver a su Manhein natal. Lo que me angustia es que prácticamente no me queda nada para leer de él. Creo que voy a empezar a leerlo de nuevo pero en inglés.

Charles Bukowski, Graffiti, Rue d'Alsace im 10. Arrondissement von Paris - Autor: http://commons.wikimedia.org/wiki/User:GFreihalter

Charles Bukowski, Graffiti, Rue d’Alsace im 10. Arrondissement von Paris – Autor: http://commons.wikimedia.org/wiki/User:GFreihalter

Dejo aquí «un par» de frases que por su profundidad o desfachatez, me hicieron reir y llorar, estremecerme o cuestionarme cosas:

«A la gente le gustaba hacer fotos. A mi no me disgustaba. Me parecía que las fotos simplemente captaban el proceso de la muerte, lo mantenian inmóvil un momento, y si, eso podía ser divertido».

Eso inexplicable:

«Como la última vez, la última noche en París, paseando, ella venía hacia mí cruzando la calle, y era su cuerpo y su vestido y su pelo y su forma de andar, y la sensación que transmitía: ¿soledad?, ¿no?, ¿qué? No lo sé, pero esa sensación nos atraía a medida que nos acercábamos, nos atraía mutuamente -y los ojos, más que los ojos, ¿qué?-, nos arrastraba por dentro y por fuera cuando nos cruzamos, fue más maravilloso que el sexo, más maravilloso que hablar, más mágico que llegar a conocernos alguna vez. Bueno, no estuvo tan mal después de todo».

Sobre el machismo en EEUU y una chica que vio en topless en Europa:

«En Estados Unidos una chica sola en la playa habría sido acosada por muchos hombres. Y el topless, para la mentalidad del macho norteamericano, habría significado que la chica quería ser violada. El macho norteamericano es automáticamente vanidoso y terriblemente poco original».

Este pasaje es particularmente divertido:

«[…] sangre y dinero y Caperucita Roja y Trazan de los monos y la huerfanita Annie y Pedro y el lobo y los puentes de Londres derrumbándose y Robin Hood y los Tres Cerditos que fueron al mercado y la Vieja Dama que vivía en un Zapato y tenía Tantos Niños sin saberlo, y Blancanieves, y mi madre y mi padre y el instituto y Stanley Greenburg, el matón de la escuela, y mi primer trabajo y el terror a los muros y el asesinato de las horas y los hombres que trabajaban en las fábricas junto a mí con mármoles rayados por ojos, su único deseo era conservar un trabajo que ya los ha matado, y después todas las putas que pasaron por mi cama y por mis pobres automóviles, corazones como hachas, yo, de vuelta otra vez en la iglesia católica, mamando la pompa, escupiéndola, resistiendo, el Gato Loco, los niños de Katzenjammer, y ellos ahí abajo chupándole el culo a un rico estúpido, más por dinero que por falta de sangre; el comunismo no podía resolverlo, la literatura había fracasado, como de costumbre, y el asesinato estaba pasado de moda».

Sobre los militares:

«Jóvenes soldados alemanes, vestidos de civil, pasaban corriendo arriba y abajo, borrachos, gritando; estar juntos les daba coraje y ser jóvenes les daba coraje y ser soldados les hacía sentirse hombres. Me recordaban a una pandilla de marines americanos, No hay manera de librarse de los militares fanfarrones».

Con esta no pude parar de reír:

«Me sentía como si estuviera escupiendo dentro de un armario oscuro , intentando acertar en el ojo de un ratón».

Estas van juntas:

«La verdad es que la vida es insoportable, lo que pasa es que a la mayoría de la gente le han enseñado a fingir que no lo es. De vez en cuando había un suicidio o alguien ingresaba en un manicomio pero la mayor parte de la gente seguía adelante, fingiendo que normalmente todo era agradable» […] «Tener amigos así es saber que siempre serás salvado de la boca del tiburón y hace las pequeñas y discretas cosas humanas mucho más milagrosas que las catedrales muertas».

Otra:

«Lo único que la mayoría de la gente pide son tres comidas decentes y un poco de sexo, y en la mayor parte del mundo, persona a persona, esto les es denegado, estos deseos básicos. Yo procedía de la clase más baja, sin educación […]»

Para rematar, una larga y fuerte:

«Me había costado 56 años encontrar a Linda y las espera había valido la pena. Un hombre tenía que pasar por muchas mujeres para encontrar a la suya, y si tenía suerte ella estaría ahí. Para un hombre, quedarse con la primera o la segunda mujer de su vida demostraba ignorancia; aún no tenía ni idea de lo que es una mujer. Un hombre tenía que seguir su rumbo y esto no significaba sólo acostarse con mujeres, follárselas una o dos veces; significaba vivir con mujeres durante meses y años. No culpo a los hombres que tienen miedo de hacer esto: supone exponer el alma para que te la arrebaten. Desde luego, algunos hombres simplemente se establecen con mujeres, se rinden, dicen: ya está, es lo mejor que puedo hacer. Hay muchos de esos, de hecho la mayoría de la gente vive bajo bandera de tregua: se dan cuenta de que no funciona del todo, pero no importa, vamos a hacer que funcione, no sirve de nada pasar por todo esto otra vez, ¿qué dan por la tele esta noche?. Nada. Bueno, de todos modos vamos a verlo; es mejor que mirarnos el uno al otro, es mejor que pensar en esto. La tele mantiene unida a más parejas con problemas que los niños o la iglesia.

Pensar en todos los millones de personas que están viviendo juntas a disgusto, y odian sus trabajos y tienen miedo a perder sus trabajos, no me extraña que sus caras parezcan lo que parecen. Es casi imposible mirar la fisonomía corriente sin que al final tengas que apartar la vista y mirar otra cosa, cualquier otra cosa, una naranja, una roca, una botella de aguarrás o el culo de un perro. Ni siquiera hay caras decentes en las cárceles o en los manicomios, y el médico que se inclina sobre ti cuando te estás muriendo luce la máscara de un idiota. A mi me disgusta mi propia cara, odio los espejos; nos equivocamos de camino en alguna parte, algún día hace mucho tiempo, y no podemos encontrar el camino de vuelta. Que mierda, eh, colega, que nuestra mierda tenga mejor aspecto que nosotros…»

Charles Bukowski (1920-1994)

PD: acá encontré una especie de reseña del mismo libro: http://denmeunpapelillo.blogspot.com/2012/10/shakespeare-nunca-lo-hizo-charles.html

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